Inicio Foros ARTÍCULOS Artículo de J-L San alias “Sensei”

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  • Oriol Siurana JimenezDojocho Oriol
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    La Forja del Guerrero

    Esta historia esta inspirada en hechos, situaciones, impresiones y experiencias reales de alumnos de nuestros Dojos, personales y propias y de mis Senpai y compañeros.
    El artículo es una narración ficticia, que recoge muchas de estas vivencias reales.
    Hay varias partes que se iran añadiendo poco a poco en el tiempo.

    – Parte 1 –
    El Comienzo. Año 2000

    Me llamo Ángel, os contare mi historia tal como la sentí y tal como paso en cada momento.
    +++

    Quiero seguir o mejor dicho encontrar mi camino en las artes marciales. Llevo 12 años practicando una de las más conocidas artes marciales y 5 años compaginándolo con deportes de contacto.

    Busco algo diferente, con gente diferente, un arte marcial real y puro, no busco un deporte, busco un camino y una filosofía, pero que sea efectivo y realista.
    Las artes marciales modernas han perdido su objetivo original.
    Estoy ya muy cansado de las federaciones sacadineros, los maestros “mafias” que tienen “malos rollos” con todo el mundo y los prepotentes que solo buscan descargar su adrenalina y sus problemas con otros en un tatami.

    Estoy muy interesado en un sistema que lo englobe todo, desde patadas y puños, luxaciones, hasta defenderse de un cuchillo.

    He probado casi todas, y me interesa mucho el Ninjutsu, fue un teatro y nada real. Aunque escuche hablar de una escuela tradicional, con mucha reputación internacional, basada en un duro entreno y mucha disciplina. Se llamaba Genbukan, creo.
    Investigando, confirmo los rumores, no son demasiados Dojos, son muy serios y rigurosos, y además como currículo, entrenan a diferentes cuerpos de elite en todo el mundo, ¡tiene buena pinta!.
    Me decido y busco en mi ciudad clases de este arte; total por probar uno mas, no voy a perder nada.
    Comienzo buscar por algunas revistas, anuncios en tiendas especializadas, finalmente acabo buscando en Internet.

    Me sorprende mucho, casi ¡no hay información!, tecleo cualquier otro arte marcial, y la información no tiene fin, pero en cambio de este… no encuentro ¡prácticamente nada!, años mas tarde entendería muchas cosas.

    Llamo y hablo con el Instructor Gabriel:
    -Hola, estoy interesado en practicar Ninjutsu en su escuela.
    El instructor responde:
    – Hola, no es Ninjutsu lo que vas a practicar, se trata de Ninpo, el Ninjutsu es solo una parte de Ninpo.
    Me habla con corrección y amablemente.
    Me dice:
    – Antes de nada deberías saber que es duro, que vas a sudar, caerás al suelo, recibirás golpes y será doloroso. No queremos soñadores en el Dojo. No quiero perder el tiempo, ni hacértelo perder a ti.
    Aquí no hay secretos mágicos, esto es entrenar duro y entrenar mas.
    Solamente hay un requisito, Voluntad, y es imprescindible.

    Contesto:
    -Quiero entrenar, me gusta el esfuerzo, llevo entrenando 12 años.
    Me contestan:
    – Bien Ángel, en ese caso, puedes venir al Dojo, a probar una semana, si te gusta el arte, y a nosotros nos gustas tu, podrás apuntarte.

    [Pienso: me ha dicho… ¿si a nosotros nos gustas tu?… que extraño]

    Me daba la impresión de que se estaban tirando piedras en su tejado, de que no querían que fuera… mas tarde comprendí de que se trataba.
    He sentido como si me estuvieran poniendo pruebas para invitarme o no a una clase, y efectivamente así es, se trata de un filtro. Mas tarde me enterare, que de cada 10 personas que llaman , acaban invitando solo a la mitad, y de esa mitad, no se quedan todos.

    Por fin llega el día, esto un poco nervioso, no se que me encontrare.
    Llego al Dojo, 30 minutos antes de que comience la clase, y estar allí antes de que lleguen los practicantes. Me dirijo a la sala, y veo la puerta cerrada y escucho algo dentro. Abro la puerta, y en seguida dos personas se dirigen hacia mi, vestidos con uniforme de entreno negro, me cortan el paso, me preguntan:
    – ¿que deseas?
    Antes de responder, una voz detrás de ellos dice tranquilamente:
    – Pasa Ángel, te esperaba hoy.
    Ellos inclinan su cabeza y dicen a la vez algo que no alcanzo a comprender.

    Me descalzo y entro en el tatami. Es un Dojo pequeño y parece que ya esta lleno. Hay unos 5 alumnos, una chica joven entre ellos. Ni siquiera me han mirado.
    Me golpea una dosis de respeto hacia todo lo hay allí, las espadas, el templo, las fotos, los alumnos que entrenan, y otros que están sentados leyendo algo.
    El instructor se acerca a mi sonriéndome amablemente, y me estrecha la mano, me dice:
    – Antes de comenzar la clase te explicare y aclarare todas las dudas que tengas. Hoy entrenaras un poco, pero no aprenderás técnicas, el próximo día ya veremos.

    +++

    Habamos y me aclara algunas de mis dudas sobre la escuela, sus orígenes y su actualidad, me sorprende que sus Instructores entrenen a las principales fuerzas especiales de policía de todo el mundo, algunos ejércitos y servicios secretos… y nunca se escuchó hablar de ellos en el mundo de las artes marciales.

    Han llegado dos personas más a probar, un hombre de unos 35 años, y una chica joven.
    El instructor, me invita amablemente para que vaya a cambiarme la ropa.

    Me dirijo al vestuario, y encuentro bastante gente, algunos de ellos con ropa para hacer pesas, otros con equipación de deportes de contacto, y poco a poco van destacando los keikogis negros (ropa de entreno).

    Escucho anécdotas y risas entre los miembros de Genbukan, miradas cómplices, y palabras de camaradería, son todos muy alegres, ríen y explican batallas, sobretodo veo en sus cuerpos, hematomas, alguna herida, marcas… Hablan sobre ciertos alumnos muy duros y severos con gran admiración, y escucho varias veces el nombre de un tal Kyoshi Michiel. Me concentro en lo que vendrá a continuación.

    Me dirijo a la clase, faltan 3 minutos para que comience el entreno, y cuando voy a entrar.. sorpresa!
    Hay unas 20 personas [Pienso: ¿de donde han salido?]. Están formadas perfectamente en varias filas, todas muy serios, y mirando hacia el kamidana (pared de honor).

    Algunos miembros ayudan a los dos nuevos y a mi, a colocarnos correctamente en esa formación.

    El instructor dice unas palabras en Japonés, y a una voz, todos contestan:
    – Hai Sensei!
    Me siento impresionado.
    Otra palabra, y a un solo movimiento, todos se sientan.
    El alumno mas antiguo llamado Senpai, dice algo y todos le siguen, se inclinan varias veces, y yo sigo todos sus movimientos.
    Se ponen en posición de meditar, y comienzan a recitar algo en Japonés, que no consigo seguir, acto seguido realizan un ritual, que no comprendo.
    No se que hago allí, no entiendo nada, no se donde estoy, pero de repente, me siento parte del grupo, algo que no sabría explicar me invade, me siento bien, tengo nervios y algo de inquietud, pero me siento como nunca.
    Una vez acabado el ritual.

    El Sensei da una señal, y todos se levantan y coordinadamente comienzan a hacer unos ejercicios. Después se acerca hacia nosotros, y sonriéndonos amablemente nos dice.
    – Será un entreno duro físicamente, aparte de la técnica, el físico es muy importante para un artista marcial.
    [Pienso: vaya, todos los que he escuchado hablar de Ninjutsu decían que no hacia falta sudar para entrenar Ninjutsu, que lo importante es la técnica…en cambio aquí…]
    Sin darme cuenta respondo:
    -no tengo problema, tengo un buen físico, practico desde hace mas de 10 años artes marciales, y desde hace cinco deportes de contacto. No creo que sea mas duro que eso.

    Se gira, y alegremente me dedica una sonrisa. De repente me intranquilizo, me siento inseguro.

    +++

    Comenzamos a correr, a hacer ejercicios físicos, abdominales especiales, flexiones (dedos, nudillos…), caminar en cuclillas, caer, ejercicios por parejas que nunca había visto. Nos enseña un calentamiento específico de la escuela (Kihon) y nos explica sus propiedades. Me quedo alucinado, es increíble, me siento feliz, esto marcha.

    (Dos días después, casi no podía mover las piernas de las agujetas, me dolían los tríceps, y tenia las abdominales que se iban a salir. Ahora comprendo la sonrisa que me dedicó. Tengo que decírselo, remediar mi error y falta de humildad. Me invade un enorme sentimiento de respeto)

    Acabamos el calentamiento y el hombre nuevo, que ha tenido que parar dos veces mareado para salir al lavabo, se dirige hacia Sensei, y este que le dice:
    – ¿Ya te vas?
    El hombre nuevo le responde sonrojado:
    – Eh… si, es que me tengo que ir, que he quedado.
    Sensei le sonríe: – Adelante, encantado de conocerte, y ya sabes donde estamos.
    Una vez se ha marchado, Sensei confirma: – No volverá. Y vuelve a sonreír con inocencia.

    Los espejos están empañados, hace un calor sofocante, y falta el oxigeno, Sensei solo nos deja ir a beber agua y respirar a los nuevos. El breve descanso me reconforta.

    Sensei nos ha dejado en el rincón del Dojo, y nos ha dado unos documentos para leer durante la clase, tratan sobre el respeto y el comportamiento en el Dojo y sobre como tratar al Sensei y a los compañeros.

    La cosa acaba de cambiar.
    El semblante de Sensei se ha endurecido, se dirige hacia los alumnos mas antiguos, rápidamente el Dojo se moviliza para dejarle paso. Todos están atentos a lo que sucede a su alrededor, y es que no puede ser de otra manera, somos mas de 20 personas en 60 m2, hay un alto riesgo de que te caigan encima, o que te venga un golpe desde cualquier sitio…

    Sensei llega a la zona de los Senpai (alumnos más antiguos), y con austeridad espartana dice:
    – ¿Quien os ha enseñado las técnicas así? ¿sin casi tocar al Uke(compañero)?
    -Sumimasen Sensei. Responden todos los veteranos al unísono.
    Escoge a uno de ellos, y le dice:
    – Atácame.
    El alumno responde:
    – ¿Cómo ataco?
    – Atácame. El Sensei con voz y mirada neutra aguarda.
    El alumno ataca con un rápido puñetazo derecho y después una patada. Lo que ocurre a continuación es un borrón, Sensei, esta a un lado del alumno, se han escuchado dos fuertes golpes impactando en el cuerpo del alumno, que ahora esta en el suelo, son su codo derecho luxado, y una rodilla en sus riñones.
    – Vuelve a atacarme. Insta Sensei.
    El Senpai con una rodilla en el suelo, se inclina: – Perdón Sensei, no puedo continuar.
    Su brazo esta inmóvil, y no puede levantarlo por el momento. (Solo es dolor muscular, en 5 minutos estará bien).

    Los demás alumnos antiguos con las cabezas inclinadas.

    Finalmente Sensei enérgicamente grita: – ¡Entreno duro!
    Como si todos los alumnos lo esperaran, como una inyección de ánimos, un soplo de buena energía, todos gritan: -Hai Sensei! Arigato Gozaimashita (muchas gracias).

    Mi vello se eriza, los golpes que le han dado al alumno veterano, nos han dolido a todos los demás. Estoy desconcertado. Esto me gusta.

    Oh! Oh! Sensei vuelve a dirigirse hacia nosotros, ha dado instrucciones a sus alumnos, sobre lo que deben entrenar.

    Al acercarse, vuelve a inundarle la cara esa sonrisa que nos tranquiliza, nos dice:
    – Os voy a dar el programa del 10 Kyu (grado), debéis saber que los primeros meses, lo único que haréis son ejercicios físicos, rodar y caer al suelo, y aprender a saludar y a comportaros en el Dojo.

    La chica habla por primera vez:
    – Pero yo ya se saludar!, he hecho un año de un arte marcial japonés, y ya se saludar, yo lo que quiero aprender son técnicas para defenderme, y no hacer físico y llegar cansada a casa después de estar todo el día trabajando.

    Sensei agrava su rostro: – Primero, el 90% de las peleas y agresiones acaban en el suelo, sino sabes caer y no estas acostumbrada, estas destinada a perder, y segundo, si no haces nada de físico, y no tienes seguridad en tus músculos, por ejemplo para dar un puñetazo, ¿como vas a aprender técnicas para defenderte que incluyen puñetazos?, ¿crees que así vencerás a un agresor mas grande y fuerte que tu?
    -No.
    Es como si me dijeras que quieres ganar un torneo de tenis, que te enseñe la teoría de cómo se golpea con la raqueta, y las reglas del juego, pero finalmente no quieres ni correr, ni golpear con una raqueta de verdad, porque te cansas. ¿crees que ganarías el torneo de tenis?
    – No.
    – Pues bien, esto no es tenis, es tu seguridad personal, es muy seria, y dependerá de lo que entrenes.
    No amoldaremos el arte marcial para que se apunte mas gente, como ves la sala esta llena. Tu éxito para tu defensa personal, dependerá exclusivamente de lo que entrenes, no del número de técnicas que yo te enseñe. No pienso engañarte.
    Tanto la chica como yo, lentamente inclinando la cabeza abrimos la boca y formamos el sonido : – Hai Sensei!!
    Milagro. Increíble, no se como ha sido, simplemente ha surgido, no hemos pensado, pero hemos respondido.

    Sensei humildemente inclina su cuerpo con reverencia ritual: – Arigato Gozaimashita.
    A partir de ese momento todo ha cambiado, el trato es diferente, los compañeros ya no son distantes, parece que nos conozcamos de toda la vida.

    Siento un cosquilleo por todo el cuerpo que me llega hasta el cuello. He sentido algo, no sabría explicarlo, pero desde ese día y ese momento, un fuerte vinculo se ha creado. entre la Escuela, el Dojo , el Alumno y el Maestro.

    La clase va a finalizar, practicamos algunas técnicas tradicionales aplicadas a situaciones modernas, en la que nos dejan participar a los nuevos (Kohai).
    Me desespero, no me sale nada, me siento torpe, no se controlar ni mi propio cuerpo, realmente se necesitara Voluntad para llegar a moverse de esta manera.
    Cuando me empieza a salir ligeramente, Sensei da la orden de que al agresor no se deje hacer la técnica y además si ve la oportunidad ataque a la cara.

    Mi compañero, es un 9 kyu (debe llevar poco tiempo en la escuela), es un chico alto moreno y con poder físico, tiene mirada alegre e inocente, aunque desprende fuerza y respeto, se llama Isaac.
    Isaac intenta ayudarme y me explica como debo hacer la técnica. Antes de que acabe de aconsejarme, se ha acercado Senpai Hector: – Isaac, ya sabes que solo explica Sensei, solo puede explicar Sensei, porque tu puedes enseñar tus errores a Ángel , Sensei es mas difícil que enseñe errores.
    – Hai Senpai! Arigato Gozaimashita!
    – Arigato Gozaimashita! Haz 50 flexiones. Responde Senpai Hector.
    Aunque le ha impuesto un castigo, Senpai Hector ha sido amable, lo ha hecho con el cariño del padre que enseña a su querido hijo. Su tono de voz y sus maneras han transmitido humildad, a Isaac no le cuesta aceptar la lección con estas formas tan amables.

    Mientras Isaac cumple su deber, miro alrededor y veo a tres compañeros mas haciendo flexiones, nadie les ha dicho nada, quedo extrañado, poco a poco entenderé y comprenderé… pero hoy estoy totalmente desconcertado.

    Sensei Gabriel da una voz, y todos los alumnos empiezan a inclinar su cabeza y a dar las gracias a los demás, me uno sin esfuerzo, y siento el vinculo entre todos nosotros.

    Volvemos a formar todos en una precisa disciplina, nos sentamos en Seiza, a la voz de Senpai Hugo.

    Sensei Gabriel : – ¿Alguna pregunta?

    Tres alumnos levantan la mano.

    Después de unas preguntas sobre temas de Japón, altos grados, y sobre como actuar en una situación concreta (no comprendí mucho…), Sensei les ha respondido, como un autentico Guía, con Devocion, y con un cariño y sinceridad sorprendentes. Aquí existe cooperación, no competición, siento que todo el Dojo es uno, y que tienen ayda por todos lados, es difícil sentirse solo…

    Finalizamos la clase y saludamos hacia el foco espiritual de la sala. Al salir, una mano poderosa me frena en seco, y noto en el pecho un cuidadoso aviso. Me dice:
    – Primero tiene que salir Sensei.
    Asiento con la cabeza : – Hai Senpai!
    Senpai ,me da las gracias.

    Salgo del tatami, y me dirijo a los vestuarios. Estoy eufórico, estoy asustado, tengo mucha energía.

    En el vestuario todo es diferente, hay mucha alegria, mucha energia, todo el mundo bromea con todo el mundo, incluso conmigo, me comentan que como ha ido, y respondo con alegria y con timidez: – Muy bien, justo lo que buscaba hace tiempo.
    – Sonrien, y entre las risas escucho comentarios de apoyo: – Como todos! – es algo especial! – Es duro, pero es único.
    Me mezclo entre risas y comentarios, me siento como si perteneciera al grupo desde siempre… algo aflora en mi interior… el saber a ciencia cierta que he encontrado algo , que sabia que existía, pero nunca imagine, algo de lo que yo era parte ,pero el destino me eludía. Ahora por fin… he llegado.
    Aquí estoy ,rodeado de gente con mis mismos valores, que se hacen y se forjan día a día como mejores seres humanos, que luchan contra si mismos, no hay competición, solo cooperación.
    Mi forja ha comenzado.

    …Continuara…

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