Si algo he aprendido en este viaje al Honbu Dojo es que hay que ir. Y no me refiero a ir al Honbu Dojo como algo que debes hacer una vez, tachar de tu lista de cosas pendientes y no volver. No, hay que ir regularmente. Es la fuente del arte marcial que practicamos, por supuesto, y el nivel de conocimiento que hay dentro de esas cuatro paredes no lo vamos a encontrar en ningún otro sitio. Esto es algo que ya tenía más o menos claro antes del viaje, pero lo que me ha sorprendido, lo que ha cambiado mi punto de vista del arte marcial, son las Ryu Ha.
Hasta ahora, yo veía las Ryu Ha como técnicas que aprendía en los Shibukai o con suerte en los Taikai, una especie de técnicas apartadas que se entrenan durante un fin de semana, te examinas sin tener mucha idea de lo que estás haciendo, y el martes sigues entrenando Taijutsu y Jujutsu. Una especie de paréntesis en tu entreno diario que sirve para variar un poco, pero que ni entrenas después, ni comprendes.
En este viaje he podido entrenar durante varias semanas dos nuevas Ryu Ha, y algunas técnicas nuevas de otra que de la que ya había visto el Kirigami en el Taikai de Irlanda, y he visto a los cinturones negros entrenar otras técnicas más avanzadas que yo, al ser kyu grado, no podía hacer. Me ha alucinado la maestría del Soke y los Shihan también con las Ryu Ha, y he podido ver que realmente son sistemas como el Taijutsu o el Jujutsu, y que tienen la misma profundidad, henkas, y forman parte de un conjunto que antes, por el poco tiempo que las practicaba, no fui capaz de ver. Y requieren el mismo entrenamiento que las de Taijutsu o Jujutsu para dominarlas. Ahora me llevo a casa más técnicas para entrenar y perfeccionar.
Con esto no quiero decir que no haga falta ir a los Taikai, al contrario, no siempre es posible ir a Japón a entrenar, y cualquier oportunidad para poder aprender del Soke o los Shihan y Kiyoshi es buena y necesaria para no desconectarse y mantener la motivación al máximo. Pero hay que ir a Japón.
