Desde que empecé ninpo han cambiado muchas cosas en mi vida. He cambiado de trabajos, de pisos, de pareja y algunas amistades han quedado atrás. Cuando lo pienso, el ninpo ha sido lo más constante en estos años de mi vida.
Hay una imagen que ha venido varias veces a mi cabeza estos días que he estado en Japón: como si el ninpo fuera, a la vez, un ancla que me ha permitido no perderme cuando el oleaje era demasiado fuerte, y también un timón, que me ha orientado cuando necesitaba avanzar.
Me siento muy agradecida a todos los compañeros con los que he compartido camino, y sobretodo a mi Senpai, a mi Sensei y a Renshi, que son como esos faros que iluminan el camino a caminar.